4° Grado B
Prácticas del Lenguaje
10/8 al
17/8
Buenos días chicas y chicos. Que tengan un buen comienzo de semana.
Estuvimos leyendo, disfrutando y
dibujando la novela “Maruja” de Ema Wolf, ahora vamos a leer un cuento corto de
ella.
“Una
artista”
Tengo que contar lo que pasa con mi abuela Eugenia.
Mi abuela Eugenia ama las artes. Todas las artes.
Cualquiera.
El año pasado descubrió que podía pintar y eso la puso muy
contenta. Se fabricó un caballete. Compró telas, pinceles y pomos de óleo.
Decidió que lo mejor era empezar pintando fruta, como
habían hecho todos los
artistas célebres. A eso se le llama “naturaleza muerta”.
Consiste en poner unas cuantas frutas dentro de una frutera y pintarlas de modo
que salgan lo más parecidas posible.
Cuando llegó el otoño juntó manzanas y peras de la quinta.
Las acomodó en la frutera, puso la frutera sobre la mesa del comedor y pintó.
Le festejamos mucho el cuadro. Ella se entusiasmó.
El invierno lo pasó pintando cítricos. No dejó una
naranja, un pomelo, una mandarina, ni un quinoto sin pintar.
A fines de octubre ya había pintado todo lo que se podía
cosechar en casa. La fruta variaba con el correr de los meses; la frutera era
siempre la misma.
Colgó las telas de su pieza y organizó visitas de
parientes para admirarlas.
Llegó noviembre, que es el mes de los nísperos.En casa no
hay nísperos. El único que los tiene es don Cosme, que vive al lado.
No sé qué habrá pasado por la cabeza de mi abuela aquel
día fatal de primavera. Siempre la tuvimos por una persona seria. Pero debe ser
cierto que cuando el arte se le mete a alguien adentro, es capaz de hacer cosas
que nadie imaginó.
Aquel día mi abuela se coló en el terreno de don Cosme por
un agujero de la ligustrina y fue derecho al árbol de los nísperos.
Lo vi todo. Espantoso.
El vecino la pescó justo cuando se descolgaba de una rama
baja con el delantal anudado lleno de nísperos suyos.
Me acuerdo de los ojos desafiantes de mi abuela y de sus
zapatillas de lana balanceándose a ras del suelo. Don Cosme la miraba petrificado,
apoyado el cuerpo en el rastrillo para no derrumbarse. Así estuvieron un rato.
Rojo de vergüenza ajena, don Cosme se metió por fin en el
edificio de su casa y mi abuela volvió a la nuestra por el agujero, ofendida
porque la habían descubierto.
Rápidamente se puso a pintar los nísperos. Pintó sólo un
puñado y completó la frutera con unos cuantos carozos brillantes.
Yo pensé que la cosa quedaba ahí y que nadie más se
enteraría.
Pero al día siguiente el vecino mandó llamar a mi papá.
Le contó lo que había hecho mi abuela. Le dijo que la
vigilara, que nunca la había creído capaz de portarse así y que era un mal
ejemplo para nosotros.
Mi papá volvió furioso. La retó.
A ella el reto le entró por una oreja y le salió por la
otra. Estaba cada vez más indignada con el vecino: antes porque pensaba que no
era de caballeros pescar a una dama en un momento así; ahora por alcahuete.
Mi papá la obligó a regalarle a don Cosme el cuadro de sus
nísperos; al menos eso. Ella obedeció de mala gana. El vecino no supo si
agradecerlo o qué.
Desde ese día mi abuela le tomó el gusto al asunto y
empezó a visitar otras quintas de la manzana. Siempre con motivo de su arte, se
dedicó a levantar fruta madura, bien elegida. Todo a la luz del día, sin
esconderse ni ocultar siquiera las huellas de sus zapatillas.
En eso está ahora mi abuela.
Los vecinos se quejan a gritos. Por ellos, ya hubieran
guardado todos sus árboles en los dormitorios.
Notamos que cada vez es más lo que se lleva y menos lo que
pone en la frutera. Pero sigue pintando.
Van mal las cosas. Debo decir que está completamente
sublevada.
La sorprendieron trepada a las medianeras eligiendo fruta
con prismáticos, huyendo por debajo de los alambrados y arrojando granadas, que
son duras, para retrasar a sus perseguidores. Mi papá tiene pesadillas en las
que mi abuela capitanea una banda de forajidos.
Estamos a mediados de enero.
Ella sabe bien que en febrero maduran los higos y no se va
a perder el pintar una naturaleza muerta con higos; especialmente esos de
cáscara oscura, muy dulces, que crecen en la casa del fondo. Se prepara, creo,
para dar el gran golpe.
Armó un artefacto ingenioso para cortar los higos altos:
una vara con una tijera en la punta accionada por un piolín y una pequeña red
abajo. También consiguió una escalera alta porque la medianera del fondo es
alta. Se la pidió prestada al dueño de los higos; el hombre está horrorizado.
Hay que evitar a toda costa que llegue a febrero con esos
planes.
Estamos tratando de convencerla de que pinte otras cosas.
El mar, por ejemplo, que no molesta a nadie. El problema es que donde vivo no
hay mar.
Ella dice que cuando acabe con la fruta va a seguir con
los animales.
Eso puede ser peor. No me animo a contárselo a mi papá,
pero la encontré dibujando los planos de los gallineros del barrio.
Fin
1) Subrayá las palabras que no conozcas y buscalas en el diccionario.
2)
a. ¿Quién cuenta esta historia?
b.
¿Qué te parece la idea de meterse
en los jardines de los vecinos para sacar las frutas que Eugenia quería
dibujar?
c) ¿Cómo reaccionaron a la invasión de
la abuela, los vecinos de la persona que nos cuenta el cuento?
¿Se acuerdan de las
palabras que acompañan a los sustantivos para expresar una cualidad o
característica de los mismos? Los
adjetivos. En el texto dice, por ejemplo: Higos dulces. Dulces
es una cualidad que dice cómo son los higos. |
3)
Buscá otros
adjetivos del cuento y subrayalos en el texto.
4)
Completá el siguiente cuadro agregando los
adjetivos que faltan.
Sustantivos
|
Adjetivos |
escalera |
|
carozos |
|
fruta |
|
5)
Hacé una lista de cosas que la abuela Eugenia
puede pintar.
6)
¿Te animás a dibujar alguna escena que
protagonice la abuela Eugenia? ¿Cómo te la imaginás vos, a ella?
7)
Imaginate una ‘’naturaleza
muerta’, dibujala y pintala.
8)
De qué otra manera podría haber
terminado el cuento “Una artista”. Seguramente se te ocurren otros finales
divertidos. Contá alguno.
9) OPCIONAL no obligatorio.
Podrías hacer seis viñetas que nos cuenten el cuento en
formato de historieta.
Les mando un
saludo a ustedes y a su familia. Tratemos de pasarla lo mejor posible hasta que
termine la cuarentena.
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