¡Hola familias de 7°! les dejamos las actividades que vamos a trabajar en esta jornada de ESI.
Día Jueves 29 de Octubre.
Tema: Violencia de género.
Docentes: Mónica Ramírez y
Altamirano Mariela.
Grados: 7°
Sección: A Y B
Presentación:
En esta clase nos
proponemos abordar conceptualmente la violencia de género. Apropiarnos de los
tipos y modalidades de violencia. Revisar ciertas falsas creencias que generan
resistencias a la hora de pensar en las violencias. Y problematizar los
mandatos de la construcción hegemónica de masculinidad.
Núcleos de Aprendizaje Prioritarios de la ESI en esta clase
Primaria:
● Los vínculos socio afectivos con los pares,
los compañeros, las familias y las relaciones de pareja.
● La vulneración de derechos: la violencia de género.
● Decir “no” frente a interacciones inadecuadas con otras
personas.
● Nuevas formas de masculinidad y femineidad en el marco de la
equidad de género.
● La pareja, el amor y el cuidado mutuo en
las relaciones afectivas. Mirada hacia la violencia de género en el
noviazgo.
● La violencia de género en la adolescencia.
Comenzamos compartiendo una situación
ocurrida durante una capacitación de Educación Sexual Integral para equipos
directivos de Primaria:
Reunidxs con el grupo en
el salón de una sede de una supervisión distrital, las docentes a cargo de la
capacitación comentan que se trabajará el tema “violencia de género”,
aprovechando que unas semanas después tendrá lugar, según la agenda educativa,
la “Jornada Educar en igualdad: Prevención y Erradicación de la Violencia de
Género” establecida por ley en el año 2015 y durante la cual todas las escuelas
deben proponer una serie de actividades para trabajar con lxs chicxs. Aún antes
de terminar de plantear y desarrollar los objetivos del encuentro de
capacitación, las docentes comienzan a ser interpeladas:
- “¡¿Otra vez con este tema?!”
-“¿Sólo las mujeres sufren
violencia…? O acaso, ¿no hay hombres víctimas de violencia? Yo conozco un caso,
y el que era violentado era el marido…¡Hay mujeres que también son
violentas!”
- “¿Por qué no hay una ley que proteja a los hombres?”
- “¿No sería mejor una jornada contra todos
los tipos de violencia? En vez de NI UNA MENOS deberíamos decir NADIE MENOS”
- “¿Qué es lo que quieren? ¿Ser como los hombres? A mí me gusta
ser femenina…
- “Al final, las más machistas somos
nosotras, las mujeres, porque… ¿Quién cría a los
hombres? ¡Nosotras, las Mujeres, es nuestra culpa que sean
machistas!”
Para sorpresa de las docentes capacitadoras las voces que
defienden el abordaje de la temática no son la mayoría...
Esta escena, que al leerla seguramente nos chocó, no es ficcional,
sino parte de lo que aún se escucha en las escuelas y, claro, en la sociedad de
conjunto.
¿Qué resonancias les
trajeron a ustedes estos comentarios? ¿Reconocen las ideas que se transmiten en
esta situación como parte de su propia cotidianeidad? ¿Qué calificativos y
opiniones suelen oír toda vez que se menciona el tema de la violencia de
género? ¿Qué de esas frases les han sido planteadas a ustedes? ¿Cuáles de estas
ideas también han sido reproducidas por ustedes? Tal vez reconocen que en algún
momento les resultaron sensatas y que hoy ya no…
A lo largo de esta clase,
nuestra intención no es levantar el “dedo acusador” o decir lo que puede
sentirse o pensarse al respecto. Muy por el contrario, lo que buscamos es
ofrecer herramientas conceptuales y puentes reflexivos que nos permitan
entender por qué es importante reconocer la violencia de género, como tal, y
comenzar a tramar la manera de trabajar por su erradicación y prevención, a la
vez que reconocer nuestras propias resistencias y dificultades para abordar el
tema, por haber sido socializadxs desde su naturalización.
Para seguir reflexionando:
Los medios de
comunicación han cumplido, y siguen haciéndolo, un lugar muy importante en la
naturalización de diferentes tipos de violencia de género. Invitamos a ver una
compilación de programas televisivos, cuentos, etc., para pensar cómo se fue
construyendo la idea de feminidad y masculinidad, y la violencia que conllevan.
://www.youthttpsube.com/watch?v=CMwxPV2V5C0&t=145s
¿Qué les pasó al mirar
el corto? ¿Recordaron programas que eran vistos en otra época? ¿Recuerdan el
rating abultado con el que contaban? ¿Qué dicen las diferentes escenas de la
idiosincrasia de la época? ¿Pensamos lo mismo que en ese momento? ¿Lo vemos con
los “mismos ojos”? ¿Nos provoca lo mismo?
Si bien sabemos que
socialmente la naturalización de la violencia de género sigue en pie, cuando
las frases de la escena con la que comenzamos esta clase circulan en nuestras
escuelas, inevitablemente, consideramos necesario pensar qué pasó allí. O,
mejor dicho, ¿qué no pasó? Especialmente, porque desde 2006 las escuelas de la
CABA se encuentran bajo el paraguas de la Ley de Educación Sexual Integral Nº
2110, que reconoce la perspectiva de género en su enfoque, y desde 2015,
además, por la Ley Nº 27.234, por lo cual estamos obligadxs como docentes a
desarrollar al menos una jornada de trabajo para la prevención y erradicación
de la violencia de género.
En principio, si algunas
de estas frases o pensamientos -que a su vez son traducidos en acciones que
irrumpen dentro y fuera del ámbito escolar- siguen teniendo lugar, podríamos
decir que se vuelve imprescindible seguir pensando de qué manera abordar “este
tema”, teniendo en claro que no se trata de una lucha entre hombres y mujeres,
que no es algo que se nos ocurrió ahora, ni es un capricho o una moda. Antes
bien, es parte de un legítimo reclamo por hacer efectivos los derechos
declarados a nivel nacional e internacionalmente, para una convivencia
armónica, donde todas las personas puedan relacionarse de manera amorosa, sean
cuidadosas consigo mismas y con las demás y disfruten de la vida. Y esto muy a
contrapunto de la realidad que padecen muchas mujeres y algunos hombres, pero
mas en este contexto las mujeres, cuya expresión más abrumadora está
representado por el aumento del número de femicidios. Baste advertir la gran
cantidad de femicidios ocurridos durante las semanas que llevamos de
aislamiento preventivo por la pandemia del COVID-19. Tal como se denuncia en la
esta nota (https://www.infobae.com/sociedad/2020/04/18/femicidios-en-cuarentena-piden-que-sedeclare-la-emergencia-en-violencia-de-genero/), desde el inicio de la cuarentena se
produjeron cerca de 21 femicidios.
1. ¿Qué es la violencia de género?
Tal como vimos en la clase
anterior, el género es una categoría que alude a una relación social de poder
entre varones, mujeres y otros “grupos sexuados”. Si entendemos la violencia
como un mecanismo extremo de dominación; entonces, la “violencia de género” es
aquella agresión que reproduce la subordinación social de las mujeres y de
otros grupos sexuados en el orden de género.
En 2009, en Argentina se
sancionó la leyde Protección integral de las Mujeres (Nº
26.485). Se trata de una normativa de avanzada, por cuanto nombra como
“violencia en contra de las mujeres” a una miríada de prácticas patriarcales
antaño naturalizadas. A través de los conceptos de “tipos” y “ámbitos” en que
ocurre la violencia de género, la ley resulta un instrumento político –e
incluso pedagógico– de gran envergadura. En este sentido, uno de sus puntos más
fuertes es el hecho de que trasciende la idea de que la violencia de género sea
pura y exclusivamente el golpe o violencia física. Definió, así, una forma de
violencia específica ejercida hacia las mujeres y en otros casos también son
ejercidas a los hombres: “toda conducta, acción u omisión, que de manera
directa o indirecta, tanto en el ámbito público como en el privado, basada en
una relación desigual de poder, afecte su vida,
libertad, dignidad, integridad física, psicológica, sexual,
económica o patrimonial, como así también su seguridad personal” (Art.
4).
En los artículos 5 y 6 se
desarrollan los diferentes tipos y modalidades de violencia de género,
permitiendo reconocer como violencia prácticas que antes se naturalizaban y
minimizaban; leámoslos:
ARTÍCULO 5º — Tipos. Quedan
especialmente comprendidos en la definición del artículo precedente, los
siguientes tipos de violencia contra la mujer:
1.- Física: La que se emplea contra el
cuerpo de la mujer produciendo dolor, daño o riesgo de producirlo y cualquier
otra forma de maltrato agresión que afecte su integridad física.
2.- Psicológica: La que causa daño
emocional y disminución de la autoestima o perjudica y perturba el pleno
desarrollo personal o que busca degradar o controlar sus acciones,
comportamientos, creencias y decisiones, mediante amenaza, acoso,
hostigamiento, restricción, humillación, deshonra, descrédito, manipulación
aislamiento. Incluye también la culpabilización, vigilancia constante,
exigencia de obediencia sumisión, coerción verbal, persecución, insulto,
indiferencia, abandono, celos excesivos, chantaje, ridiculización, explotación
y limitación del derecho de circulación o cualquier otro medio que cause
perjuicio a su salud psicológica y a la autodeterminación.
3.- Sexual: Cualquier acción que
implique la vulneración en todas sus formas, con o sin acceso genital, del
derecho de la mujer de decidir voluntariamente acerca de su vida sexual o
reproductiva a través de amenazas, coerción, uso de la fuerza o intimidación,
incluyendo la violación dentro del matrimonio o de otras relaciones vinculares
o de parentesco, exista o no convivencia, así como la prostitución forzada,
explotación, esclavitud, acoso, abuso sexual y trata de mujeres.
4.- Económica y patrimonial: La que se dirige a
ocasionar un menoscabo en los recursos económicos o patrimoniales de la mujer,
a través de:
a) La perturbación de la posesión, tenencia o propiedad de sus
bienes;
b) La pérdida, sustracción, destrucción, retención o distracción
indebida de objetos, instrumentos de trabajo, documentos personales, bienes,
valores y derechos patrimoniales;
c) La limitación de los recursos económicos destinados a
satisfacer sus necesidades o privación de los medios indispensables para vivir
una vida digna;
d) La limitación o control de sus ingresos, así como la percepción
de un salario menor por igual tarea, dentro de un mismo lugar de trabajo.
5.- Simbólica: La que a través de
patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos transmita y
reproduzca dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales,
naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad.
ARTICULO 6º — Modalidades. A los
efectos de esta ley se entiende por modalidades las formas en que se
manifiestan los distintos tipos de violencia contra las mujeres en los
diferentes ámbitos, quedando especialmente comprendidas las siguientes:
a) Violencia doméstica
contra las mujeres: aquella ejercida contra las mujeres por un integrante del grupo
familiar, independientemente del espacio físico donde ésta ocurra, que dañe la
dignidad, el bienestar, la integridad física, psicológica, sexual, económica o
patrimonial, la libertad, comprendiendo la libertad reproductiva y el derecho
al pleno desarrollo de las mujeres. Se entiende por grupo familiar el originado
en el parentesco sea por consanguinidad o por afinidad, el matrimonio, las
uniones de hecho y las parejas o noviazgos. Incluye las relaciones vigentes o
finalizadas, no siendo requisito la convivencia;
b) Violencia institucional
contra las mujeres: aquella realizada por las/los funcionarias/os, profesionales,
personal y agentes pertenecientes a cualquier órgano, ente o institución
pública, que tenga como fin retardar, obstaculizar o impedir que las mujeres
tengan acceso a las políticas públicas y ejerzan los derechos previstos en esta
ley. Quedan comprendidas, además, las que se ejercen en los partidos políticos,
sindicatos, organizaciones empresariales, deportivas y de la sociedad
civil;
c) Violencia laboral
contra las mujeres: aquella que discrimina a las mujeres en los ámbitos de trabajo
públicos o privados y que obstaculiza su acceso al empleo, contratación,
ascenso, estabilidad o permanencia en el mismo, exigiendo requisitos sobre
estado civil, maternidad, edad, apariencia física o la realización de test de
embarazo. Constituye también violencia contra las mujeres en el ámbito laboral
quebrantar el derecho de igual remuneración por igual tarea o función.
Asimismo, incluye el hostigamiento psicológico en forma sistemática sobre una
determinada trabajadora con el fin de lograr su exclusión laboral;
d) Violencia contra la
libertad reproductiva: aquella que vulnere el derecho de las mujeres a decidir libre y
responsablemente el número de embarazos o el intervalo entre los nacimientos,
de conformidad con la Ley 25.673 de Creación del Programa Nacional de Salud
Sexual y Procreación Responsable;
e) Violencia obstétrica: aquella que ejerce el
personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres,
expresada en un trato deshumanizado, un
abuso de medicalización y patologización de los procesos
naturales, de conformidad con la Ley 25.929.
f) Violencia mediática
contra las mujeres: aquella publicación o difusión de mensajes e imágenes
estereotipados a través de cualquier medio masivo de comunicación, que de
manera directa o indirecta promueva la explotación de mujeres o sus imágenes,
injurie, difame, discrimine, deshonre, humille o atente contra la dignidad de
las mujeres, como así también la utilización de mujeres, adolescentes y niñas
en mensajes e imágenes pornográficas, legitimando la desigualdad de trato o
construya patrones socioculturales reproductores de la desigualdad o
generadores de violencia contra las mujeres.
g) Violencia contra las
mujeres en el espacio público: aquella ejercida contra las mujeres por una o más personas, en
lugares públicos o de acceso público, como medios de transporte o centros
comerciales, a través de conductas o expresiones verbales o no verbales, con
connotación sexual, que afecten o dañen su dignidad, integridad, libertad,
libre circulación o permanencia y/o generen un ambiente hostil u ofensivo. Esta
modalidad se incorporó a partir de la lucha colectiva en 2019, con la sanción
de la ley Ley 27.501, que amplía la 26.485.
Para seguir reflexionando
Así leídos, los
artículos 5 y 6 suenan abstractos. Por ello, les proponemos que hagan el
ejercicio de pensar ejemplos cotidianos que puedan encuadrarse en estos tipos y
modalidades de violencia. En las escuelas, como una oportunidad para dar a conocer
esta legislación y visibilizar las diferentes maneras en que se produce y
reproduce la violencia de género, podemos proponerle a nuestro estudiantado
algo semejante y discutir, colectivamente, si la perspectiva utilizada ha sido
la correcta. ¡Es una buena forma de visibilizar las violencias!
Nuestro país, en
particular, asiste hoy a un proceso de politización de la violencia de género.
Pensemos, entre otras cosas, en la masificación reciente del movimiento
feminista y, en su seno, la intesificación en la lucha por el derecho al aborto
legal y en la emergencia de la movilización “Ni una menos”. Aún así, a pesar de
este contexto favorable a la democratización de las relaciones entre varones y
mujeres, todavía existen, en nuestro sentido común -nuestro reservorio
cultural- ideas negacionistas de la violencia de género. Como vimos en la
escena con la que comenzamos esta clase, en particular, existen quienes arguyen
que, si la violencia es “de género”, entonces, las mujeres (pues son un género)
también agredirían con la misma intensidad y función social que los varones. La
dilución de la violencia de género en violencia en general es, por su parte,
una forma de banalización de la misma.
Para profundizar en este
sentido y comprender la importancia de la existencia de una Ley de Protección
Integral a las Mujeres sugerimos la lectura de la siguiente nota de Eva Giberti
“Violencia,¿de género?
2. La banalización de la violencia de género
La violencia de género no
es una guerra o un conflicto bilateral y simétrico entre “los géneros”. Esto no
quiere decir que las mujeres seamos sujetos incapaces de agredir. Lo que ocurre
es que nuestras manifestaciones de violencia, salvo excepciones, no apuntan a
reproducir o restaurar la dominación de los varones sobre otras mujeres. Es por
este motivo que no podemos llamarlas ni constituyen violencia de género.
Hacia finales de 2011 una
empresa cervecera nacional decidió plantear un comercial donde, simulando una
batalla medieval al estilo de la famosa película “Corazón Valiente”, daba lugar
al cliché de la guerra entre los sexos, donde varones y mujeres eran arengados
antes de la batalla en función de aquello que “odiaban” unos de otras y
viceversa. Finalmente, al juntarse en el campo de batalla, sucedía la “magia
del enamoramiento heterosexual”, y todo por lo que iban a guerrear se
transformaba en “amor” y, por lo tanto, se diluía el conflicto. Cómo reza la
canción: “peee roelamooor-esmás-fuerteee”. ¿Lo es? ¿Qué opinan?
Veamos la publicidad: https://www.youtube.com/watch?v=p4T_Q6YaPIE
Arriba les hemos
compartido el link del comercial original ya que, un tiempo después, de acuerdo
a cuestionamientos del Observatorio de la
Discriminación en Radio y Televisión
(ODRT), la empresa lo modificó. En el original la frase con la que remata el
locutor en off es “Cuando el Machismo y
el Feminismo se encuentran, nace el Igualismo”, que luego es reemplazada por
“Cuando varones y mujeres se encuentran, nace el igualismo”. El ODRT expuso lo
inadecuado en la “igualación” entre machismo y feminismo, siendo que machismo
es la categoría con la que damos cuenta de una
cultura opresiva y discriminatoria, mientras que
el feminismo es un movimiento político que
busca la equidad entre varones y mujeres, planteando que la emancipación y
autonomía de éstas no es posible (dentro del
machismo) y necesita una transformación social
y política. Pero, además, la publicidad en cuestión pone en boca de varones y
mujeres frases que no sólo cristalizan
estereotipos de género, sino que banalizan los conflictos de poder entre varones y mujeres al poner al mismo nivel
enunciados que dan cuenta de la lucha por
el derecho al voto con quejas de varones que prefieren pasar tiempo con sus amigos varones a estar con sus
novias.
Y cuando
el “amor heterosexual” les une, las consignas feministas enarboladas al inicio quedan, pues, olvidadas, ya que lo que terminan por aceptar ellas son
valores machistas y lo que terminan por
aceptar ellos ¡también! Así, en nombre del “amor”, lo que sucede en la publicidad es que las mujeres aceptan
su subordinación social a los
varones en el marco de la pareja heterosexual,
mientras que los varones no pierden nada.
Siguiendo
la lectura de los artículos 5 y 6 de la ley Nº 26.485 a los que hicimos referencia anteriormente, podemos decir que esta publicidad incurre en
un tipo de violencia específico, la
violencia simbólica, que, además, podríamos encuadrar bajo la modalidad de violencia mediática hacia las mujeres, en
virtud de los estereotipos de mujer que
propone.
Para seguir reflexionando:
Cuando
a finales de 2011 la publicidad salió al aire algunas pocas mujeres, desde el feminismo y en el mismo tono que la ODRT, señalaron el peligro que
escondía la banalización del feminismo,
pero para la gran mayoría de personas la historia resultó muy graciosa y expresaba en parte lo que sentían
acerca de las relaciones de pareja -claro
está- heterosexuales.
¿Cómo piensan que serían hoy la reacciones
hacia esa publicidad en la televisión abierta?
¿Sería igual de festejada por la opinión pública? ¿Por qué?
Esta publicidad encierra, además, otro
mensaje: la idea de que el amor (romántico) supera cualquier conflicto. ¿Qué
piensan sobre esto?
También valdría
interrogar cuáles son los discursos que aún hoy sostienen esa falsa equiparación
entre el feminismo y el machismo, algo que en la publicidad no es otra cosa que
la consagración misma de las desigualdades.
3. Femicidio: la expresión más extrema de la violencia de género
Amnistía Internacional viralizó la metáfora del témpano
de hielo para pensar la violencia de género. Las
prácticas que nos son más visibles son
aquellas
extremas como, por ejemplo, el asesinato o
los gritos.
Pero esas prácticas se sostienen, o flotan,
gracias a
que una enorme cantidad de otras prácticas
de
violencia de género la sustentan. Aún así, en
otros
tiempos, estas violencias que hoy reclamamos
se
reconozcan con su especificidad de género,
eran
diluidas y matizadas bajo otras figuras como,
por
ejemplo, la violencia doméstica o el crimen
pasional.
La denominación de crimen pasional alude
a una figura
del código penal que es la emoción
violenta.
Significa que algo interno se desencadena por
un factor
externo, algo que sucede,
y actúa como atenuante de la pena. En el caso de los
femicidios, no hay nada externo que “suceda”, ni algo interno que no pueda controlarse, sino más bien una escalada de prácticas de violencia de género conscientes cuya expresión extrema es justamente ésta. Después de años de lucha por parte del movimiento feminista, organizaciones de mujeres y de familiares de víctimas de femicidios, y amparada en la ley Nº 26.485, la Cámara de Diputados de la Nación aprobó una norma por la cual se agravan las penas por femicidios (Ley N° 26.791/12:
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/205000-209999/206018/norma.ht).
Esto implicó el reconocimiento del femicidio como figura legal, y
la obligación por parte del Estado de comenzar a registrar estos
asesinatos.
El 3 de junio de 2015,
tras una ola de femicidios especialmente cruentos y fuertemente divulgados en
los medios, el movimiento de mujeres dijo BASTA. Recuperando experiencias
organizativas previas, con una fuerte utilización de las redes sociales como
forma de visibilización y autoconvocatoria, y bajo la consigna Ni Una Menos (NUM),
tuvo lugar una multitudinaria concentración Frente al Congreso Nacional y en
muchas tantas otras plazas del país.
https://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-273660-2015-05-28.html).
Como reflejo del NUM, en
Diciembre 2015 se sancionó la ley sobre prevención y erradicación de la
violencia de género específica para las instituciones educativas, la ley N°
27234, denominada “Educar en igualdad,
Prevención y Erradicación de la Violencia
de Género, sobre la que trabajaremos en la siguiente clase.
Como fuimos viendo, los
avances de los movimientos políticos en la lucha por los derechos sexuales
implican también avances en términos legales. En este sentido, en virtud de la
Ley de Identidad de género (N° 26.743), que reconoce legalmente la identidad de
género de las personas más allá del sexo asignado al nacer, desde 2012 los
femicidios perpetrados sobre mujeres trans también pasaron a contabilizarse
como tales. Sin embargo, y con justicia, los colectivos de mujeres trans y
travestis reclamaban una figura propia, que diera cuenta de la exacerbada
situación de violencia que enfrentan en relación con las mujeres cis. En 2018,
durante la sentencia al asesino de la militante travesti por los derechos
LGBTTIQ, Diana Sacayán, se utilizó por primera vez en una corte la figura de
travesticidio, dando cuenta de que se trató del
homicidio de una travesti
(así se autodenominaba Diana) por odio a su orientación sexual, lo que conlleva
“una carga de discriminación constante desde distintas esferas de la sociedad,
así como también, su necesaria derivación hacia la incertidumbre, la
inseguridad y la lucha por revertir dicha injusticia”.
Aquí se juegan estereotipos de género
La violencia de género
en los medios masivos de comunicación puede analizarse en relación con la
manera en que dan cuenta de los femicidios. Otrora diluidos en “crímenes
pasionales” con detalles macabros, hoy los medios informan sobre los
femicidios, focalizando más en la vida de la asesinada -a menudo desde una
mirada moralizante- que en la de su asesino, del que a veces no conocemos ni el
nombre.
Vale señalar que ocurre
lo contrario cuando es la mujer quien asesina. Un caso emblemático fue el de
Nahir Galarza, la joven que asesinó a su novio y cuyo nombre conocemos,
mientras que el nombre del novio resulta aún hoy no ser un dato relevante para
la prensa. Además, a diferencia de lo que sucede con los femicidios, este caso
tuvo una sentencia express. Con este ejemplo se puede ver claramente cómo la
violencia contra las mujeres está directamente relacionada con los estereotipos
de género, que hemos trabajado en la clase 1.
4. Violencia de género y Masculinidad
Retomando autores que han
trabajado la masculinidad (en un artículo cuya lectura proponemos como
ampliatoria: https://ri.conicet.gov.ar/bitstream/handle/11336/85589/CONICET_Digital_Nro.76e324ca-5e5d -476a-bd8d-03183cf36910_B.pdf?sequence=5&isAllowed=y
Matías de Stéfano Barbero
(2017) propone interpelar la violencia como constitutiva de la masculinidad. El
autor plantea que, lejos de ser extraordinaria, la violencia se inscribe en un continuum
generizado y etarizado, cuyos sentidos permean la cotidianeidad masculina
desde la infancia y en relación con la adultez. Pero esto no sucede de manera
destructiva, sino por el contrario productiva: es través de la violencia
ejercida sobre ellos, y por ellos, que se producen las masculinidades adultas,
que los niños se hacen hombres.
En la literatura sobre masculinidad (Marqués,
1997; Connell, 1995), la vigilancia de
la
sexualidad de los otros varones aparece
como
constituyente de la propia masculinidad.
Esto
explica las diferencias que pueden plantearse
en
el comportamiento de varones, según se
encuentren en grupos con otros varones
o
tengan interacciones como, por ejemplo, a solas con mujeres.
Siguiendo estas
reflexiones, el 2020 comenzó con un caso que sacudió a la sociedad, el grupo de
jóvenes rugbiers que asesinaron a patadas a otro jóven a la salida de una
discoteca en Villa Gesell. Al respecto, Juan Branz (2020), estudioso sobre la
masculinidad y la violencia en los deportes y, específicamente, en el mundo del
Rugby, plantea que no se trató de un acto irracional. Branz sugiere que la
violencia, en el Rugby, es un esquema consciente
y racional en donde el juego de cuerpos,
palabras y gestos se pone en acción, separando al macho del p**o,
y en donde la masculinidad se ejerce
demostrando, sistemáticamente, que no
se es p++o. Recomendamos la lectura
de una nota del autor en revista Anfibia:
http://revistaanfibia.com/ensayo/rugbiers-matar-para-ser-macho/
Con lo anterior no
quisiéramos justificar ningún acto de violencia en nombre de la masculinidad.
Tampoco proponemos pensar en sujetos que ejercen formas extremas de violencia
en calidad de víctimas del patriarcado. Por el contrario, buscamos entender
esta violencia con la que se constituye la masculinidad como una forma racional
y social de violencia, y no como el acto de tan solo un loquito suelto.
En ese sentido, nos parece crucial desentrañar la conexión entre violencia y
masculinidad hegemónica, para poder comenzar a proponer otras formas de
constitución de la misma. Y mostrar que la violencia machista no es natural en
los varones, y que podemos y debemos ofrecer una educación que promueva otras
opciones de identificación posibles, por fuera de la violencia.
En estos últimos años, la
denuncia frente a la violencia de género, específicamente, la sexual, fue in
crescendo y llegó a involucrar no solamente a figuras mediáticas, sino
también escolares. Estas denuncias tomaron, en muchas circunstancias, la
modalidad del “escrache”, en especial, a través de las redes sociales. Si bien
en la clase siguiente se retomará esta problemática puntual en referencia a los
protocolos existentes para las escuelas, dejamos planteada la necesidad de
advertir, en sintonía con lo que venimos desarrollando, la estrecha relación
entre la violencia de género y la masculinidad hegemónica y, al mismo tiempo,
la necesidad de construir en las instituciones escolares espacios que permitan
problematizarla.
5. Violencia en los noviazgos
El mito de la “media
naranja”, aquel final de cuento infantil una y mil veces repetido de “vivieron
felices para siempre y comieron perdices” o deshojar una margarita mientras le
preguntamos “me quiere mucho, poquito, nada” son expresiones del amor romántico
que atraviesan el modelo dominante de vínculos de pareja en general. Y se
juegan de manera especialmente fuerte durante la adolescencia.
Los estereotipos de género que vimos en la Clase 1, junto
con los mandatos y mitos del
amor romántico son las bases (invisibles, pero contundentes) sobre
las que se construye el edificio de la violencia en los vínculos de
pareja.
No es lo mismo un noviazgo
en la adolescencia que en otras etapas de la vida, por varios motivos. En
primer lugar, porque se trata de las primeras experiencias de pareja; porque
las personas en general no son todavía completamente autónomas (la mayoría convive
con algún adulto que lo tiene a su cargo); suelen no tener hijxs en común ni
una economía compartida. Por todo eso, suele decirse que en la adolescencia hay
una gran oportunidad para problematizar la violencia de género, ya que es mucho
más sencilla -a simple vista la separación que en la vida adulta.
No obstante, también es
cierto que se trata de una etapa de necesidad de despegar de las referencias
adultas previas, de afirmar las propias decisiones, de una gran expectativa por
lo que significa a nivel personal y también en términos de estatus social tener
una pareja: significa reconocimiento de pares, sentirse atractivx, gustar y ser
gustadx, experimentación y permisos nuevos. Y es una etapa de enormes
intensidades en los sentimientos y de profundas transformaciones de los
cuerpos.
Lo que diferencia al
noviazgo de el “salir con alguien”, según explica el sociólogo Daniel Jones, en
su texto “Sexualidades adolescentes. Amor placer y control en la Argentina
contemporánea” (https://www.redalyc.org/pdf/3238/323828757007.pdf) es que, así dure pocas
semanas o años, “el noviazgo siempre conlleva una expectativa de continuidad de
la relación.
● Enamorarse no depende de
la voluntad de la persona, no es algo que se pueda hacer de manera premeditada
sino que surge de pronto. No se puede definir, es inaccesible a la razón.
● El amor lo puede todo. Se haría cualquier cosa por la persona
amada.
● El amor es suficiente. Si
se tiene amor (especialmente el de una pareja) no se necesita nada más.
● El amor provoca una entrega total a la persona amada, se confía
plenamente en ella y se hace todo por complacerla.
● En el amor dos personas se complementan, están hechas la una
para la otra.
● El verdadero amor es incondicional, siempre se estará del lado
de la persona amada, pase lo que pase.
● El amor es exclusivo y excluyente, no se puede compartir y
tiende a alejar a todas las demás personas.
● El verdadero amor dura para siempre. Si se acaba es que no era
amor auténtico y que prevaleció el egoísmo.
● El estado general que crea el enamoramiento o fascinación
amorosa es de felicidad total y hace que se perciba a la persona amada como
única e insustituible. Vivir experiencias muy intensas de felicidad o de
sufrimiento.
Como dice el texto “En
nombre del amor” (Trufó y otras), si pensamos en términos de prevención de la
violencia de género, es necesario conocer “cómo lxs jóvenes piensan, sienten,
imaginan y viven el amor. Por este motivo incluimos la reflexión sobre el amor
romántico y, de lo que aquí consideraremos su contracara, el amor igualitario”.
Una investigación de Trama Comunicación entre adolescentes provee algunos tips
de qué sucede en estas primeras vivencias amorosas.
La violencia en los
noviazgos puede darse tanto si se trata de un vínculo heterosexual que entre
dos personas del mismo género. Trabajar los modelos de pareja, los mandatos del
amor romántico, las expectativas y posibilidades que da un vínculo es una
oportunidad para prevenir la violencia de género.
Para seguir reflexionando
Te dejamos aquí tres videos muy breves:
-Campaña AmorEs. Línea 144 https://www.youtube.com/watch?v=MaIXccjCGQg
-Violencia en el Noviazgo. No tiene porqué ser así (Santiago del Estero) https://www.youtube.com/watch?v=tIxzSQX6oiw
-Contraseña (España) https://www.youtube.com/watch?v=tFop_rECYXI&t=7s
¿Se parecen en algo a
situaciones de tus estudiantes? ¿Qué elementos encontrás en común entre los
tres videos? A partir de verlos, listar cuáles son las características de la
violencia en los noviazgos.
6. ¿Qué hacer?
Para concluir esta clase,
y como introducción a la que viene en la que trabajaremos las formas de
intervención desde las escuelas para prevenir y erradicar la violencia de
género, queremos compartir el siguiente corto. Se trata de una campaña no
sexista de una fundación uruguaya, donde se plantea la importancia de promover
relaciones igualitarias:
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